Blogia
diestra

En el pedir está el… recibir.

Un día mientras conducía de regreso a casa, Jorge escuchó que Martha, su esposa, comentó: “Mira, tamales y atole”, no le prestó mayor importancia a este hecho hasta que llegando a su casa, a la hora en la que usualmente cenaban, al solicitarle a Martha la tan esperada cena, ésta le contestó: “A ver qué cenas, ya que no quisiste detenerte a comprar tamales y atole, en casa no hay nada para cenar”. Jorge, obviamente sorprendido preguntó: ¿A qué hora dije que no quería detenerme? Es más, ¿A qué hora me dijiste que me detuviera para comprar tamales y atole?... Lo que siguió fue una discusión que no quiero ni platicarles cómo acabó.
De la anécdota anterior se desprende el título de esta reflexión: “En el pedir está… el recibir” y lo que quiero compartir con ustedes es simplemente la importancia de aprender a pedir lo que deseamos y a expresar las necesidades que tenemos para que éstas sean escuchadas y en el mejor de los casos resueltas. ¿Cuántas veces hemos dicho o escuchado algo parecido a lo siguiente?
•Le dije que no me alcanzaba el dinero y que estaba pasando por una importante crisis pero no obtuve el aumento de sueldo que esperaba.
•Claro que estaba conmigo cuando cogí los zapatos y dije en voz alta que me encantaban, pero no me los compró.
•Por supuesto que sabe que me molesta muchísimo el hecho de que su oficina esté siempre tan desordenada, pero hasta creo que lo hace por incomodarme.
•Me encantaría que me abriera la puerta del auto como lo hacía cuando éramos novios.
•Le dije que me dejara en paz porque estaba muy enojado y se fue, en lugar de ofrecerme ayuda e insistir para que yo la aceptara.
Los ejemplos anteriores son tan comunes, que estoy seguro todos hemos escuchado por lo menos uno de ellos y si no, por lo menos algo similar. El problema aquí, radica en que hemos aprendido a comunicarnos de forma incorrecta y eso evita que obtengamos lo que necesitamos. Imaginemos lo que pasaría si modificáramos la historia de Martha y Jorge:
Martha comenta: “Mira Jorge, tamales y atole, se me antojaron, no sé si tú quieras, pero por favor detén el auto para comprar unos ¿deseas que compre alguno para ti?”
No es necesario imaginar lo que va a suceder, Jorge tiene toda la información que necesita para dar una respuesta satisfactoria a la solicitud de Martha.
Cuando hacemos comentarios como: “Mira, tamales y atole” le dejamos al otro la tarea de analizar, de descifrar, de proponer. El que escucha algo como esto puede preguntarse si queremos atole o si queremos tamales, o si nos gusta la escena o si hace mucho que no veíamos un puesto de tamales y atole y puede incluso pensar que lo que deseamos es informarle de la existencia de estos para que el decida si quiere uno o no.
Cuando construimos oraciones como: “Mira Jorge, tamales y atole, se me antojaron, no sé si tú quieras, pero por favor detén el auto para comprar unos ¿deseas que compre alguno para ti?” Lo único que debe hacer el otro es seguir una instrucción muy clara, “detén el auto” y contestar una sencillísima pregunta ¿Deseas que compre alguno para ti?
Si aprendemos a ser directos más que a lanzar indirectas para expresar nuestros deseos y necesidades, generalmente obtendremos aquello que deseamos.
Les dejo las siguientes situaciones para que analicen lo que se debió decir en cada caso para obtener lo que se deseaba:
•Ayer te dije “Hay muchas cosas por hacer” y de todos modos te fuiste temprano.
•¿Estás en tu casa? ¿No vas a venir? En la mañana te dije “Estoy organizando una reunión en mi casa ya invité a todos”
•No sé por qué lo dejó amarillo, yo lo vi pintándolo y le dije: “A mí me gustaría más en azul”.

0 comentarios