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Contagiar lo bueno para recibir lo mejor

Contagiar lo bueno para recibir lo mejor

Sé que al leer esto, muchos estarán de acuerdo en la primera idea que voy a expresar:

“Si alguien me trata mal, lo más seguro es que acabe por tratarlo de la misma forma, si alguien me trata bien, seguramente haré lo mismo”

Resulta que esto no es una coincidencia o casualidad; se ha estudiado que las emociones son contagiosas y que el tipo de reacción más difícil de controlar que los humanos tenemos y que es resultado de una cuestión evolutiva, es el de aquellas que nos permiten sobrevivir, es decir, la mayoría de las veces reaccionaremos para atacar o para defendernos, cuando nos encontremos en una situación incómoda, pero ¿Qué pasa si no hay una situación de peligro o de desagrado? Entonces estaremos en zona de confort y podremos responder o reaccionar de forma agradable.

Imaginemos entonces que llegamos a cualquier lugar en donde haya alguien que nos pueda atender, llegamos con esta persona con una sonrisa y amablemente le solicitamos su apoyo. Creo que no es nada fuera de lo normal el pensar que la persona nos atenderá de la mejor manera. Si no lo hiciera así, hagamos un esfuerzo extra, por mantenernos en esta alegría puesto que la emoción que se expresa con mayor intensidad es la que domina en toda interacción. Al final del trámite, les aseguro que estaremos satisfechos por el resultado obtenido en nuestra actividad.

Hagamos este ejercicio en nuestra vida diaria, andemos por ahí "mostrándonos" de buen humor, les aseguro que acabaremos sintiéndonos así y descubriremos que al actuar de esta forma, casi milagrosamente habrá menos situaciones que nos molesten o incomoden y notaremos que la gente se muestra agradable en su trato con nosotros.

No es magia, es la misma fórmula pero invertida:

“Si a alguien lo trato mal, lo más seguro es que acabe por tratarme de la misma forma, si a alguien lo trato bien, seguramente hará lo mismo”

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